En un mundo cada vez más demandante de gobiernos abiertos, la transparencia en la gestión pública ha dejado de ser una opción para convertirse en un mandato ético, legal y ciudadano. La República Dominicana ha dado un paso relevante en esta dirección a través de DataCompras RD, una plataforma desarrollada por la Dirección General de Contrataciones Públicas (DGCP), que permite el acceso libre y directo a los datos relacionados con los procesos de compras y contrataciones del Estado. Esta iniciativa forma parte de un movimiento global de gobiernos que abren sus sistemas de contratación pública al escrutinio ciudadano, y aunque representa una conquista institucional, su impacto será limitado si los principales beneficiarios —los ciudadanos— no se apropian de ella ni la utilizan como herramienta de control social.
DataCompras RD se encuentra alineada con los estándares internacionales de datos abiertos y buenas prácticas promovidas por organismos como la Open Contracting Partnership. De hecho, integra visualizaciones dinámicas, boletines infográficos, catálogos de bienes y servicios basados en el estándar UNSPSC, datos históricos ajustados al Estándar de Datos de Contrataciones Abiertas (OCDS), y hasta un sistema de API para programadores, lo que la coloca técnicamente a la altura de portales como ChileCompra (Chile), CompraNet (México) o el Observatorio de Contrataciones del Perú. Estos países han utilizado sus plataformas no solo como mecanismos de transparencia pasiva, sino como motores de participación cívica, colaboración empresarial, eficiencia gubernamental y hasta generación de alertas tempranas frente a posibles actos de corrupción.
Por ejemplo, ChileCompra permite hacer análisis comparativos de precios, seguimiento al historial de los proveedores y evaluar el desempeño de las instituciones compradoras, mientras CompraNet en México ha sido vinculado a estrategias anticorrupción y auditorías ciudadanas. Perú, por su parte, ha integrado su sistema con los planes de gobierno y políticas de Estado, permitiendo una fiscalización territorializada. En este contexto, DataCompras RD no tiene nada que envidiar en términos técnicos, pero sí enfrenta un gran reto: el desconocimiento y la apatía de la ciudadanía dominicana frente a este tipo de recursos.
Resulta preocupante que, teniendo a disposición una plataforma tan robusta, la mayoría de las personas —incluso profesionales, periodistas, líderes comunitarios o estudiantes— no sepan cómo acceder a ella, cómo usarla o para qué puede servirles. Este desconocimiento no solo limita la eficacia del portal, sino que impide que se cumpla uno de sus principales objetivos: empoderar a la sociedad civil en la vigilancia del uso de los recursos públicos. El Estado puede tener la mejor tecnología, pero si no se acompaña de campañas educativas, procesos de alfabetización digital y formación ciudadana, el portal seguirá siendo un tesoro oculto.
DataCompras RD debe ser enseñado en las aulas, promovido en las juntas de vecinos, explicado en las redes sociales y usado por los medios de comunicación para hacer periodismo investigativo. Las organizaciones comunitarias pueden utilizarlo para fiscalizar contrataciones en sus territorios, las MIPYMES para identificar oportunidades de negocios y los jóvenes para desarrollar soluciones tecnológicas que aumenten su usabilidad. La verdadera transparencia no se logra solo con publicar datos, sino con formar ciudadanos que sepan leerlos, interpretarlos y actuar en consecuencia.
La República Dominicana tiene en DataCompras RD una herramienta de primer nivel para transformar la relación entre el Estado y la ciudadanía. Pero como todo instrumento, su poder no está en el código que la sostiene, sino en las manos que lo usan. Hoy más que nunca, necesitamos que esa herramienta se convierta en cultura, que la transparencia pase de ser una palabra institucional a una práctica cotidiana, y que cada ciudadano se convierta en auditor de su propio país.