Inicio Actualidad Las verdaderas bendiciones, esas que a veces olvidamos.

Las verdaderas bendiciones, esas que a veces olvidamos.

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Por Jen Sánchez

Una juntadera con algunas amigas y escuchar quejas, necesidades, agradecimientos, me llevó a la reflexión sobre aquellas cosas que tenemos, pero que ha veces olvidamos que están. Pude descubrir, sin darme cuenta, que soy inmensamente bendecida.

Así que déjame decirte algo. A veces nos dejamos arrastrar por la rutina, las comparaciones y las metas que aún no alcanzamos. Pero, si nos detenemos un momento a hacer un balance honesto, nos daremos cuenta de que la vida ya nos ha dado grandes tesoros.

Ahora déjame hacerte una gran pregunta y respondetela con el corazón en la mano.

¿Haz hecho un verdadero balance de las bendiciones que han llegado a tu vida? Aquí te recuerdo algunas:

Tener salud, ya es una bendición inmensa. Estas vivo. Poder levantarnos cada día, respirar sin ayuda, caminar, hablar, pensar, es una gran bendición. ¿Sabes cuántas personas hoy están rogando por eso?

Tener trabajo, tal vez no es el que anhelas, pero Dios te lo permitió. Es Él quien te abrió esa puerta, quien ha provisto cuando tú no sabías cómo ibas a resolver. No fue solo tu esfuerzo… fue Su gracia. Tener un trabajo significa tener un propósito, un ingreso, una oportunidad de construir. Es más que un deber, es una plataforma para avanzar, aportar y crecer.

Tener a nuestros padres vivos es un regalo del tiempo. Tener la dicha de verlos, escucharlos, abrazarlos o simplemente saber que están es una bendición que no siempre valoramos hasta que ya no están. Los tuyos están vivos o quisieras volver a verlos aunque sea unos minutos más?

Tener hijos vivos y sanos, sólo eso ya debería ponerte de rodillas en gratitud. es una gracia inexplicable. Es protección divina. Es cobertura. Es bendición pura. Hay padres allá afuera con el alma hecha pedazos porque ya no lo tienen.

Tener un hogar sin importar si es alquilado, propio o modesto es tener un refugio, un lugar para ser nosotros mismos. es el lugar donde Dios te permite amar y descansar.

Tienes amigos. Los verdaderos. Los que no se compran ni se piden. Dios los puso en tu camino. No fue suerte.

Entonces dime, ¿de verdad crees que te falta tanto?

No quiero juzgarte. Solo quiero recordarte, porque a veces lo olvidamos, las verdaderas bendiciones de la vida no siempre se ven, pero se sienten. Están en lo cotidiano, en lo simple, en lo que damos por sentado.

Y si hoy te detienes un segundo, si haces ese balance con honestidad, quizás descubras que no estás tan vacío como piensas, sino más lleno de lo que te has permitido reconocer.

Así que, por favor, no midas tu vida sólo por lo que aún no tienes. Mira bien lo que ya te fue dado, sin tú merecerlo del todo. Porque a veces las bendiciones no hacen ruido, pero están ahí, sosteniéndote día tras día.

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