Por José Armando Toribio
Santiago de los Caballeros
Las plataformas digitales han revolucionado el consumo de contenido, y los programas de farándula han encontrado en YouTube y la radio un espacio para expandirse. Sin embargo, muchos de estos espacios han abandonado el análisis reflexivo para centrarse en conflictos, ataques personales y descalificaciones sin fundamento.
El potencial perdido de la farándula
Tradicionalmente, este género combinaba información sobre espectáculos con análisis del comportamiento de figuras públicas. En su mejor expresión, podía servir para:
- Educar al público sobre la industria del entretenimiento.
- Denunciar injusticias dentro del medio.
- Ofrecer entrevistas profundas con artistas y creadores.
Sin embargo, en los últimos años, algunos programas han optado por un enfoque sensacionalista, donde la polémica y la falta de ética predominan sobre el contenido de calidad.
El vacío regulatorio en la era digital
Mientras la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía supervisa la televisión y radio tradicionales, gran parte del contenido de farándula se produce en YouTube y podcasts independientes, quedando fuera de cualquier regulación clara. Esto ha permitido que algunos creadores de contenido prioricen el escándalo sobre el profesionalismo.
Otro problema es la falta de formación de muchos de estos comunicadores. Aunque existen periodistas con trayectoria que mantienen estándares éticos, otros incursionan en el género sin preparación, convirtiendo la farándula en una «guerra de egos» donde priman los ataques personales.
Hacia una farándula con ética y valor periodístico
El entretenimiento no tiene que ser sinónimo de frivolidad o falta de rigor. La solución no es eliminar estos espacios, sino fomentar un periodismo de espectáculos responsable, donde el análisis y el respeto prevalezcan sobre el sensacionalismo. Solo así la farándula podrá recuperar su credibilidad y cumplir su verdadero propósito: informar, entretener y enriquecer el debate público.