Constanza, República Dominicana – En las frías mañanas de este valle montañoso, mientras los primeros turistas desayunan con vistas a las montañas y los cultivos de fresas, María (nombre cambiado), propietaria de un hotel boutique, revisa por tercera vez en la semana las solicitudes de empleo para conserjes. Entre los 20 currículums, solo dos mencionan experiencia en hotelería. Uno es de un joven que trabajó tres días en un motel; el otro, de una mujer cuyo único antecedente es un curso de manicura. «Terminaré contratando a alguien sin preparación otra vez», suspira. Esta escena se repite en restaurantes, agroindustrias y comercios de Constanza, donde la demanda laboral supera la oferta de personal calificado.
Un problema con dos caras
Para los empleadores:
- Rotación alta: Contratan personal sin habilidades específicas que renuncia ante la primera oportunidad.
- Brecha de expectativas: Aspirantes piden salarios altos sin experiencia comprobada (ej.: camareros que desconocen protocolos básicos de servicio).
- Pérdida de calidad: Negocios turísticos ven afectada su reputación por mal servicio.
Para los trabajadores:
- Falta de orientación: Cursos técnicos disponibles (contabilidad, farmacia) no coinciden con las necesidades locales (turismo, agroindustria).
- Frustración: Jóvenes se sienten «estancados» en empleos mal remunerados sin rutas claras de crecimiento.
Casos reales, soluciones prácticas
1. El restaurante que reinventó sus capacitaciones
Don Rafael, dueño de un restaurante en Constanza, implementó:
- Pruebas prácticas: Pide a los aspirantes servir una mesa simulada (tomar pedidos, manejar quejas).
- Alianzas con escuelas: Ofrece pasantías pagadas a estudiantes de hostelería del politécnico local.
- Incentivos: Bonos por puntualidad y capacitaciones mensuales en coctelería o atención al cliente.
Resultado: Redujo la rotación en un 40% en seis meses.
2. La agroindustria que creó su propia «escuela»
Una empacadora de vegetales enfrentaba robos y bajo rendimiento. Su solución:
- Capacitación interna: Envía a sus trabajadores a cursos de manejo postcosecha con el IDIAF.
- Promoción interna: Asciende a supervisores a quienes completan el programa.
Resultado: Aumentó la productividad en un 25%.
Consejos clave
Para empleadores:
- Inviertan en formación: Diseñen programas cortos (ej.: «Camarero profesional en 2 semanas»).
- Mapeen competencias: Usen pruebas prácticas, no solo currículums.
- Ofrezcan crecimiento: Salarios competitivos + beneficios (capacitaciones certificadas).
Para futuros empleados:
- Enfóquense en lo demandado: Cursos de barismo, guías turísticos o manejo de agroquímicos tienen más salida que títulos genéricos.
- Aprovechen pasantías: Muchos negocios las usan como «filtro» para contrataciones.
- Desarrollen soft skills: Puntualidad, comunicación y adaptabilidad valen más que un diploma sin experiencia.
El camino a seguir
Constanza necesita:
- Mesas de diálogo: Empresarios + Ministerio de Trabajo + escuelas técnicas para alinear formación con necesidades reales.
- Certificaciones locales: Ej.: «Técnico en Servicio Turístico de Montaña» avalado por el MITUR y empresarios.
- Campañas de valorización: Mostrar casos de éxito de trabajadores que crecieron en la industria local.
¿Solución inmediata? Los empresarios pueden unirse para crear un «centro de entrenamiento compartido». Los trabajadores, por su parte, deben ver la capacitación como una inversión, no un gasto. El futuro de Constanza depende de cerrar esta brecha.