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La Fábula de las Llaves Perdidas

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Había una vez en un reino lejano, existía un vasto archivo donde se guardaban los registros de todas las instituciones importantes. En este archivo, había una serie de llaves mágicas que permitían acceder a información valiosa y secreta. Estas llaves sólo debían ser manejadas por guardianes de confianza, pero algunos de ellos, guiados por la codicia o el descontento, hicieron mal uso de su poder.

Un día, algunos de estos guardianes fueron descubiertos cometiendo actos indebidos y, como resultado, fueron despojados de sus puestos y desterrados del Reino. Sin embargo, antes de partir, algunos lograron esconder copias de las llaves mágicas.

Tiempo después, un grupo de oportunistas y enemigos del reino, descubrieron la existencia de las copias de estas llaves mágicas. Este grupo que hizo uso de su maldad confabularon con los desterrados para utilizar estas llaves y hacer uso indebido de ellas, con la intención de eliminar cierta información, modificar otras y, en algunos casos, incluso inventar historias. Les fascinaba cómo podían manipular los registros con estas llaves, especialmente porque habían sido proporcionadas por los mismos guardianes que un día juraron defender con honor este archivo secreto.

A estos intrusos les encantaba la sensación de poder que sentían al enviar mensajes privados a los ciudadanos, tratando de desprestigiar a las instituciones con historias falsas o distorsionadas. Lo más irónico de todo era que, en su intento de dañar la reputación de estas instituciones, se olvidaban de que muchos de los problemas que señalaban habían sido creados por ellos mismos o por sus cómplices.

Sin embargo, no contaban con que el consejo del reino y sus guardianes leales sabían dónde estaban estos enemigos, quiénes eran y qué estaban haciendo. Por eso, no les preocupaba lo que se dijera, pasara o insinuara. La tranquilidad residía en los hechos y en la práctica de guardar el verdadero archivo en físico el cual era imposible de modificar, pues solo el rey tenía conocimiento y acceso a este.

 

Posdata:

Porque nada grita más «verdad» que un montón de rumores y acusaciones de los mismos que causaron el problema, ¿verdad?

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FuenteDarlin Tiburcio
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Periodista turístico hijo de Constanza, República Dominicana, Gestor de servicios, amante de la lectura, el cine, la música, los cigarros y el café.

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