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Justicia Selectiva y La Balanza Desequilibrada: Wander Franco, La Menor y Su Madre

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ASÍ LO VEO YO | Ephraim Alburquerque

La reciente sentencia en el caso del beisbolista Wander Franco, condenado por abuso sexual de una menor en Puerto Plata, ha generado indignación en la sociedad dominicana. Mientras la madre de la víctima recibió 10 años de prisión por facilitar el abuso y lucrarse de su hija, el agresor principal —Franco— obtuvo una condena suspendida de solo dos años.

El mensaje es alarmante: el dinero, la fama y el poder pueden torcer la justicia.


1. ¿Quién es el mayor agresor?

El caso demostró que Wander Franco, siendo un adulto de 21 años, mantuvo una relación sexual con una menor de 14, lo que constituye abuso sexual infantil según la ley dominicana. Además, se comprobó manipulación psicológica y explotación económica.

La madre fue cómplice y merece castigo, pero ¿por qué el violador no pisa la cárcel? La justicia debería ser más severa con quien cometió el abuso directo, no al revés.


2. Poder económico, fama y doble estándar judicial

Wander Franco no es un ciudadano común: es una estrella de Grandes Ligas con un contrato de $182 millones. Su riqueza y fama influyeron en el fallo, enviando un mensaje peligroso:

«Si tienes dinero, la justicia es más flexible.»

¿Qué confianza puede tener una víctima de abuso después de esto?


3. Justicia punitiva con los pobres, tolerante con los poderosos

No se defiende a la madre —su crimen es repudiable—, pero cuando:

  • Una mujer pobre recibe 10 años de cárcel,
  • Un millonario famoso evade la prisión,

La justicia deja de ser justicia y se convierte en privilegio.


4. Consecuencias sociales y morales

  • Para la víctima: Su agresor camina libre; su madre está presa. ¿Dónde está la reparación?
  • Para la sociedad: Se refuerza la idea de que el poder compra impunidad.
  • Para el sistema judicial: Pierde credibilidad cuando los poderosos reciben trato preferencial.

5. Conclusión: Cuando la justicia pierde su imparcialidad

Este caso expone una realidad cruda: la justicia dominicana no es ciega. Si el dinero y la influencia determinan las sentencias, ¿de qué sirven las leyes?

El fallo no solo es injusto, sino inmoral. Y mientras casos como este sigan repitiéndose, la balanza seguirá desequilibrada.


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